martes, 17 de diciembre de 2013

17/12/2013

Tal vez el lado negativo de no contar a los demás las cosas malas que te pasan es que la gente empieza a creer que sólo te pasan cosas buenas, que eres una persona con suerte.
Y no se trata de que seas una persona con buena o mala suerte o que nunca nada malo te pasa, se trata de que tu forma de mirar las cosas es más positiva. Centrándote en lo bueno que te está pasando en cada momento consigues tener una sonrisa en los labios.
¿De qué sirve conocer a alguien y contarle malas experiencias que tienes o has tenido? ¿Te van a hacer mejor persona a los ojos del otro? ¿Buscas consuelo, comprensión, que se compadezcan de ti? ¿En serio es lo que estás buscando de la persona que tienes en frente? ¿No es mejor hacer partícipe a esta persona de todas las cosas buenas que te llegan a pasar?
No se trata de ponerte una careta y sonreír a todo el mundo indistintamente. Es algo más profundo.
Está claro que hay días en los que todo se junta, o te pilla más sensible. Esos días vas pasando las horas, cumples con tu trabajo, cumples con tus comidas, vas a hacer unos recados y al fin llegas a tu casa. Ese rincón que en innumerables ocasiones ha sido tu espacio privado donde te has sentido segura, resguardada, se convierte de repente en una cárcel con puertas y ventanas. Por muy amplia que sea, sientes cómo te oprime. El silencio te rodea. Intentas poner música, lees un libro, pero no funciona. Subes la música, pero tus pensamientos van por encima. Sigues con tu rutina pero de una forma autómata. Y ya llega la hora de dormir pero a pesar de que te sientes agotada, el sueño no llega. Pasan las horas. Te suena el despertador y en ese mismo instante que abres los ojos vuelve a tu mente todo eso que te borra el brillo en los ojos.
Todo sigue dando vueltas por tu cabeza. Te ronda todo el tiempo como una nube encima de ti.
No se va del todo, pero de repente te cruzas con alguien que te sonríe, te mira a los ojos y te da los buenos días.
:) Buenos días.

2 comentarios: